LINDOR SUSTO EL DE SILVA

"La niebla no dejaba ver y cuando salió el sol, me encontré con un puma" Lindor Silva trabaja hace 34 años en la Municipalidad de Carlos Paz y asegura que nunca vivió una experiencia como ésta. Hace quince días, se encontraba abasteciendo de combustible una máquina en el basural de Costa Azul cuando descubrió a los nuevos habitantes que habitan en el predio: una puma y sus tres crías.

Yo me llamo León y por tanto los tengo como mis familiares, y nobleza obliga me debo ocupar de ellos.



Allí por mediados del siglo anterior cuando la población de trabajadores en las canteras era numerosa, propio de ese tiempo era ser cazador, de liebres, vizcachas y perdices y cuando podían de pumas, el anecdotario de los pumas, para los lugareños que lo llaman León,  si avistar era una proeza cuanto mas cazarlo.

Ante la noticia se organizaba la "partida" eran los Tartarín serranos, con éxito alternativo, cuando no lo lograban volvían con algún ternero producto del algún descuido de los propietarios

Ya hacía mucho se dejaron de ver pumas, para retornar recientemente en diferentes lugares de las sierras, constituye el relato de transcendental importancia, en área urbana, tal como en otras regiones de Europa comienzan a verse osos y lobos,  que exige recapacitar sobre las medidas que se debieran adoptar hacia el futuro, para mantener ese difícil equilibrio entre la fauna y la civilización al mismo tiempo.

Hay algo misterioso en el puma. Nunca ataca al hombre. No es capaz de morder a un niño dormido a la orilla de un camino de campo, e incluso se deja matar por el hombre, pasivamente, derramando lágrimas y gimiendo. Por esto, se decía en el campo, antiguamente, que era el amigo del cristiano. El puma odia, sí, a los perros (que vienen casi siempre con los cristianos) y cuando puede los destripa.
http://www.lanacion.com.ar/1731353-el-misterio-del-puma