He estado en las Naciones Unidas, en la Organización de Estados Americanos, en el Congreso Nacional y en la Legislatura Provincial, en el Ministerio de Economía de Usa y en el de Argentina, en el estadio Maracaná de Brasil y el de River Plate en Buenos Aires, ni cada uno de ellos ni todos juntos son equiparables al ambiente que tenía el Negocio de los hermanos Tulian de La Falda.
En su frente paraban los ómnibus, allí llegaban los diarios que repartía diligentemente el Gaucho Calandria a cada uno de los Kioskos, el pelado Tulían los clasificaba poniendo el nombre en la portada de los clientes que lo retiraban de allí, su hermana preparaba los pedidos de las camisetas de futbol para cada club, que entonces eran varios, mientras el comercio bullía con todo aquel que no tenía nada que hacer.
Allí estaba la información de todo lo que acontecía en el pueblo, lo que no se comentaba era porque no había ocurrido, y lo ocurrido, sobre el deporte, la políticas y loas chismes del pueblo salía ampliado, analizado y depurado.
Mi misión era retirar el diario de la tarde de Buenos Aires, que llegaba al mediodía del otro día, que mi tío se encargaría de leer y comentar para toda la familia, no puedo dejar de agradecerle lo que me permitió absorber el clima de un ambiente único propio de una asamblea de los dioses.
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