En el año 1977 pido el traslado en el Ministerio de Trabajo de la ciudad de Córdoba donde trabajaba como abogado a la ciudad de Buenos Aires, y alquilo un departamento en Villa del Parque, a una diez cuadras de la cancha de Argentino Juniors, donde viví hasta el año 1982 cuando adquirimos con Elsa un departamento en el centro en la calle Callao y Tucumán, al que nos trasladamos.
Mientras viví en Villa del Parque, los domingos era de rigor ir a la cancha de Argentinos Juniors cuando jugaba de local, eran los años que brillaba Maradona, me ubicaba en la tribuna de los visitantes generalmente vacía, que tenía el sol de espaldas, en el medio de la cancha, para contemplar un jugador excepcional a quien vi realizar grandiosas y prodigiosas jugadas que después fueron de conocimiento de la comunidad mundial de futbol, que no lo conocían por cuanto no había transmisión por televisión de los partidos, todavía en blanco y negro.
Vino a visitarme mi papá, que había sido jugador de futbol de los buenos como delantero del club La Falda, y le dije vení vamos a ver un pibe fenomenal, que va ser un ídolo, pensaba en el Pelé de Suecia cuando consideré fue un error de Menotti, que tarde reconoció de no haberlo incorporado al seleccionado que salió campeón del mundo en 1978.
Estuve presente en el último partido cuando se despedía al ser adquirido por Boca, y recibió la rechifla de los hinchas porque unos días antes se había puesto la camiseta del nuevo club, se fue como un chico y nació el transgresor.
Los últimos partidos los realizó en N. O. Boys, que tiene la camiseta del club La Falda, y cuyo director técnico era Jorge Castelli, un compañero de mi equipo de Futbol, que vemos parado a la izquierda de la foto siguiente.
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