Una de las formas que tienen para descalificarme es vincularme con los militares, algo que no oculto antes bien lo exhibo con orgullo, máxime por haber sido integrante del XXVIII Curso de Defensa Nacional, desarrollado durante todo el año 1980 que me permitió conocer las escuelas de Canadá, Estados Unidos, Venezuela y Brasil.
Se confunde la intervención política de los militares con la institución castrense, que ciertamente es una desgracia, porque cuando la política entra afecta a las Fuerzas Armadas.
Por eso me permito incorporar hoy en esta página la siguiente nota que he tomado de un diario de Luxemburgo, uno de los lugares de excelencia del mundo, que está entre los mas altos niveles de calidad de vida, pero al mismo tiempo tiene un reconocimiento a la formación militar.
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