En mis tiempos de estudiante de ingeniería, me cruzaba al frente donde se encontraba la facultad de arquitectura, allí cursaban algunos de mis compañeros del secundario, permanecía a la par de sus tableros, así pude recibir de primera mano la tendencia de entonces, cuando se criticaba las casas con ambientes rectangulares a las que se consideraba como cajas de zapatos.
Nuestra obra un galpón de 4.40 metros de altura, parecía algo ridículo, el secreto lo tenía reservado, fue un entrepiso de madera que realice personalmente, con el pino aserrado del parque de mi hermano, que espere por cuatro años, un tío de mi señora, perito en el tema me señaló cuando ya se encontraba en condiciones de ser utilizado.
Con don Mario trabajábamos media jornada, comíamos el asadito, un par de vasos de vino en soledad, porque el compañero convertido en abstemio, se las había tomado por adelantado en tiempo de su juventud, y a dormir la siesta.
El resultado es la cabaña que se encuentra en el otro de mis blogs.


