Después de un periplo estoy nuevamente en casa, en mi pueblo, a 952 metros sobre el nivel del mar, mas cerca de la nubes, por tanto de los dioses y en las sierras que me vieron nacer.
Encontré mis plantas de pimiento invadidas por el zapallar, las de tomate por el suelo, caídos también los limones y con algunos compromisos de pago de mis deudores incumplidos.
Por supuesto ya pudimos comer las tradicionales costeletas asadas, que tanto extrañan los argentinos en sus viajes.
La canícula ha aflojado y se respira el grandioso aire serrano, felizmente el vecindario es el mismo y he notado en sus expresiones la alegría de vernos llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.