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sábado, 31 de marzo de 2018

5.- ENCUENTRO EN EL CAFÉ STRAUSS

5.- Ya era el otro día, se encaminaron nuevamente al centro de la ciudad, con los pies en la tierra y la mirada en el cielo, que se les había hecho un hábito consecuencia del ejercicio nocturno buscando evidencias de vida plus la tierra.

Cada uno marchó en solitario, el punto de reunión era el fallido Cu Cu, -que quiso ser y salio eso que no está mal-  para ir a tomar un café en el Cafe Strauss a dos cuadras de distancia, como se señala en la Argentina a diferencia de Europa que emplean el tiempo, para señalar distancias en las ciudades.



El cielo diurno ese día ofrecía un espectáculo extraordinario, las nubes cambiaban de colores y se movían ora todas en dirección a un punto ora separándose hacia los cuatros puntos cardinales, unas subían mientras otras bajaban sin que fuera el viento quien la movilizara haciendo gala de ser portadores de movimientos propios.

Fue un  transeúnte, turista que había depositado parte de su dinero en el Casino, quien les reveló que cuando se ofrecía una actuación así del cielo era porque había en el pueblo un visitante importante a quien se lo ilustraba sobre los prodigios de Natura, Natura incapaz de beneficios en el azar, como referencia indirecta a lo perdido en el juego.



Cuando ingresaban al Café, un austríaco con fuerte asento alemán le preguntó al mozo de cual de los Satrauss era el bar, si del padre o del hijo, el mozo haciendo gala de sus conocimientos musicales por cuanto tocaba las maracas en la orquesta de espinita Lavalle, señaló que el dueño no tenía ese apellido y no sabía ni tocar la campana y los únicos de ese apellido era una familia de la vecindad que hacía muchos años había emigrado a  Israel, afectados por el casamiento de una hija con un descendiente de españoles, quien por su parte manifestada que tenía una relación perfecta con sus suegros, nunca un si ni un no, cuando entraba a su casa nadie contestaba a sus saludos y otro tanto cuando se retiraba.

Como siempre en el bar Strauss estaba Goyo el de La Falda, que tiene una conexión directa con la madre tierra, e inmediatamente verlos les dijo, que conforme había oído de su tocayo de Huerta Grande, querían hacer descender sus preces a la Pachamama, para lo cual el lugar indicado era celebrarlo en Bolivia con la asistencia de Evo Morales, auténtico mandatario de la diosa, que de niño no se cambiaba la ropa (conforme confesó en una exposición que hizo en la Universidad de córdoba) hasta que no se rompía, por lo que pensaron tal vez para vivir en contacto permanente con la madre tierra.

También hablaron sobre una visita a Capilla del Monte, ya no para el avistamiento de naves ínter planetarias sino para tomar contacto con los Titanes que moran en las entrañas del macizo de puro granito del cerro Uritorco, quienes inmóviles piensan y también capturan el pensamiento, es cuando Goyo los invita a ingresar en el útero de la madre tierra, en la celebración del Inipi que se hace en La Cumbre en los campos de los Gonzales y próximamente en el campo de Boyajian.

Atento el austriaco a la conversación mientras tomaba una cerveza por la mañana, que ponía en evidencia procedía de Schwaz, zona de mineros, intervino para señalar que  cuando se encuentren en Europa hicieran una parada en Kufstein, donde hay un bar cavado en una roca de granito donde podrán experimentar el contacto al transmitir lo suyo a los inmóviles.



En cuanto al abuelo Fuego, que también es parte de las celebraciones a la Pachamama, Goyo los remitió a Iran, destinó que en modo alguno debieran evitar en su viaje por el mundo, pero antes reunirse con el viejo huraño que vive al pie de la sierras que es conocedor de grandes cosas y  que cuando se extiende con toda su inteligencia ve fácilmente cada una de las cosas que existieron, y por sus conocimientos de historia las que vendrán, pago los café consumidos y se fue raudamente en su Jeep dorado.

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