Después de un largo período sometido a los rigores del sol por un lado y refrigeración por otro, vuelto a mi ciudad, la encuentro con gran cantidad de turismo, como pocas veces durante el mes de febrero, visitantes que podrán disfrutar después de la abundante lluvia de las verdes colinas cubiertas por rebosante fronda.
No todo salió como lo esperaba, por cuanto me encontré frente al archivo de indias en día domingo, lo que me impidió acceder a la información relacionada con los registros de la población existentes en el Valle durante la colonización, que en la actualidad cohabitan como fantasmas en derredor nuestro..
Ahora me falta recorrer como corresponde a un buen faldense la calle Pappo, un homenaje de profundo contenido cristalizado con ese nombre, que me conmovió hasta lo mas íntimo conocida la noticia.
Mientra tanto espero impaciente los dioses guíen a los responsables para que decidan instalar el servicio de internet en todo el pueblo que es una manera de colocar a la ciudad en la cúspide del mundo.
Como de cúspide hablo, adjunto una foto de una de las cumbres de Innsbruck, después de un nevada espectacular el día siguiente del cumpleaños de Walter, nuestro único hijo,evento al que pudimos asistir por primera vez desde que se encuentra en Austria, ya en el último años de su doctorado.
Claro es poca comparada con la se Sapporo en Japón, donde no estuve pero que me pareció pertinente agregarla ante la grandiosidad de la misma.